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CHUANG-TZU

Hace varias fechas que los hinchas del ADO de La Haya no ven finalizar los partidos de su equipo. Es un cuadro que hace poco tiempo ha vuelto a la primera división de la Liga Holandesa. Sus hinchas se revelan contra el espíritu de esa ciudad en la que los edificios institucionales constituyen la principal fuente de emoción y trabajo. Meses atrás recibió en su modesto estadio al prestigioso Ajax de Amsterdam. Empezó ganando tres a cero. La antigua escuadra de Cruijff reaccionó y descontó dos goles en cinco minutos. Los muchachos del ADO no tuvieron mejor idea que alentar a su equipo insultando a su rival con consignas antisemitas con las que popularmente se identifica al otrora “cuadro de los judíos”. El juez detuvo el partido por considerar inaceptables los valores provenientes de la tribuna. Volvió a empezar el partido y los del dique del Amstel empataron 3 a 3. Los tifossi del ADO inventaron una canción que trataba de ramera a la novia modelo del ariete del Ajax. Este reaccionó airado contra la tribuna y se suscitaron pequeños incidentes. El referee suspendió el match y los protagonistas volvieron a sus casas. Cuando el ADO recuperó su derecho a ser locatario recibió a otro de los más ricos y distinguidos equipos de la Liga: el PSV de Eindhoven. Esta vez la suerte no acompañó a los de La Haya y terminaron el primer tiempo perdiendo 2 a 1. Iniciada la Segunda fase los muchachos del ADO cargaron sus frustraciones contra el juez y lo insultaron en todos los idiomas y colores. La autoridad suspendió el juego por considerar intolerables el tenor de las expresiones vertidas desde la tribuna. Una vez más los hinchas del ADO vuelven a sus casas con la sensación de que alguien decidió por ellos. Las declaraciones de los dirigentes suenan terminantes: “se tomarán medidas para que esto no vuela a suceder”.

Dos semanas atrás en una calle del este de Amsterdam un fanático marroquí le metió varios balazos a un cineasta de apellido van Gogh. Era un holandés gordito que iba en bicicleta rumbo al centro probablemente a terminar su última película basada en la vida del ultraconservador Pim Fortuyn, también asesinado por un fanático, pero holandés y ecologista. Entre sus films vale destacar el documental que dedicó a la vida de árabes musulmanes en la sociedad holandesa. En él se muestran desgarradoras imágenes de mujeres flageladas por haber desobedecido las palabras santas. Pero su mayor popularidad venía de su actividad periodística y sus declaraciones escandalosas sobre el islamismo. Así por ejemplo, dijo sin ningún prurito que el Imán director de la Federación Musulmana en Holanda era el fiolo del profeta Mohammed o directamente calificaba de “cojedores de cabras” a los varones de esta numerosa comunidad. Esa mañana apenas pudo cruzar a la otra acera cuando la sangre brotaba ardiente de los agujeros de su cuerpo. Su agresor lo perseguía con un cuchillo y una carta con oraciones del Corán que incrustaría en su pecho. El asesino aspiraba elevar su posteridad por medio de su sacrificio, por eso se batió a tiros con la policía, la que para su desgracia lo atrapó vivo y lo condujo a los tribunales correspondientes. El acontecimiento despertó un fuerte debate en la sociedad holandesa sobre la libertad de expresión. La policía desplegó sendos operativos por los que detuvo varios supuestos terroristas y hasta desbarató una granja en la que presuntamente eran entrenados miembros de un grupo separatista kurdo. La Ministra de Extranjería dijo que a aquellas personas con doble nacionalidad y antecedentes terroristas se les sacaría por decreto la nacionalidad holandesa. En un pueblito del sur una escuela islamita fue incendiada sin que hasta el momento se hayan encontrado sospechosos ni culpables.

¿Qué tienen en común los pitazos del referee , las declaraciones políticas y los balazos policiales y terroristas? Que cada uno a su manera ha intervenido en un devenir que probablemente se hubiera solucionado de otra manera. En cada uno de los escenarios la jerarquía se impuso sobre el conflicto. Un delicado equilibrio en el que ni los elementos infinitesimales se ponen de acuerdo. Según los físicos la materia es una interacción constante de creación y destrucción de partículas subatómicas. Recíprocamente la masa se transforma en energía y ésta vuelve a ser materia creando una realidad nueva y eterna. Las pretensiones humanas de hacer justicia muchas veces se vuelven aberraciones mayores que las causas que la incitaron. Otras sencillamente caen en el ridículo. Protegidos por la arrogancia del poder siguen impávidos el engranaje de una maquinaria que nunca se detiene a pensar su verdadera finalidad.

Uno de los padres del taoísmo hace muchos años predicó su concepto de las leyes y los hombres: “Tzu Kung, discípulo de Confucio, dijo a Lao-Tzu:`Dices que no debe haber gobierno. Pero si no hay gobierno, ¿cómo se purificará el corazón de los hombres?'. El maestro contestó:`Lo único que no debemos hacer es entrometernos con el corazón de los hombres. El hombre es como una fuente; si la tocas, se enturbia; si pretendes inmovilizarla, su chorro será más alto…Puede ser tan ardiente como el fuego más ardiente; tan frío, como el hielo mismo. Tan rápido que, en un cerrar de ojos, puede darle la vuelta al mundo; en reposo, es como el lecho de un estanque; activo, es poderoso como el cielo. Un caballo salvaje que nadie doma: eso es el hombre'.

El primer entrometido fue el Emperador Amarillo, que enseñó la virtud y la benevolencia. Los sabios Yao y Shun lo siguieron; trabajaron hasta perder los pelos de las canillas y de las piernas; se rompieron el alma con incesantes actos de bondad y justicia; se exprimieron los sesos para redactar innumerables proclamas y leyes. Nada de esto mejoró a la gente. Yao tuvo que desterrar a Huan Tou al Monte Chung, arrojar a Sao Miao al desierto, expulsar a Kung Kung –actos que habrían sido innecesarios de haber logrado sus buenos propósitos-. Desde entonces, las cosas han ido de mal en peor. El mundo soportó, al mismo tiempo, al tirno Chieh y al bandolero Chih; frente a ellos, en los mismo días, al virtuoso Tseng, discípulo de Confucio, y al incorruptible Shi Yu. Entonces surgieron las escuelas de Confucio y Mo-Tzu. De ahí en adelante el satisfecho con su suerte desconfió del descontento y a la inversa; el inteligente menospreció al tonto y éste a aquel; los buenos castigaron a los malos y los malos se vengaron de los buenos; los charlatanes y los hombres honrados intercambiaron injurias y amenazas. La decadencia se hizo universal. Los poderes naturales del hombre se desviaron, sus facultades innatas se corrompieron. En todas partes se empezó a admirar “el conocimiento” y la gente del común se volvió lista y taimada. Nada permaneció en su estado natural. Todo tuvo que ser cortado y aserrado conforme a un modelo fijo, dividido justo en donde la línea de tinta lo señalaba, triturado a golpe de cincel y martillo, hasta que el mundo entero se convirtió en incontables fragmentos. Caos y confusión. ¡Y todo esto sucedió por inmiscuirnos en el alma de los hombres!…”

Publicado en “Correo del Este” - Maldonado, Uruguay