improvisado pero parecido

Espero que las palabras salgan, que florezcan con la trascendencia que tiene presentar el libro de esta noche.
Para mi es como sueño. Una gran alegría. No digo que haya pasado las de Ulises pero no ha sido fácil. Y en ese período tan difícil he escrito el libro que presento esta noche y que de manera muy artesanal hemos podido publicar. Hacía dos años que no venía al Uruguay. Por eso es un doble placer estar en mi país, hablando la lengua que aprendí de niño, aquella con la que me retaron y cantaron. Soy de los que piensan como Fernando Pessoa que una lengua es una patria.Sin duda que lo que escribo tiene la marca de mi cuerpo, de mi dolor en torno a una enfermedad que se presentó sin avisar y en el momento menos pensado.
Ese es el nombre del libro, la palabra que cambiaría mi vida para siempre desde el momento en que por primera vez la escuché volar de la boca de un médico.

Pero una cosa es la realidad y otra la literatura y aunque muchas veces se confunden, hoy estamos aquí para hablar de literatura. No podría catalogarse de otra manera el nacimiento de un libro. Un conjunto de palabras que se comprenden. Palabras que al transmitirse cambian, que al contarse o al leerse vuelven a cambiar, a interpretarse.
Hace poco hablaba con mi padre de un personaje y él se refería a un nombre mientras que yo a otro. En la novela eran el mismo, pero cada uno veía distintos aspectos de la historia, cada uno se quedaba con su porción de realidad, y de literatura, valga la redundancia.

Creo que en definitiva como dicen los teóricos un texto no vale solamente por lo que en el se dice sino por la realidad que desencadena. Adquiere vida propia y pasa a formar parte de un mundo diferente del que cada uno puede imaginar.

Y naturalmente espero que este libro desencadene muchas cosas.

Y que empiece a rodar como tantos, aportando su granito de luz en esta realidad que se presenta tan difícil de comprender.

II- leído

Voy a contar un poco como nació o como se fue concibiendo la idea de publicar lo que dentro de un rato estará en sus manos.

Tengo que pensar en un aeropuerto y en un libro que la casualidad me puso en el momento menos pensado: 'Los Detectives Salvajes' de Roberto Bolaño. Me lo recomendó la librera del aeropuerto de Santiago de Chile, y yo nunca, -pido perdón si lesiono la sensibilidad de algún presente- pero yo nunca escucho las recomendaciones de los libreros. Trato de ejercer la crítica literaria en cualquier momento que se presente. Al ordenar la biblioteca, al escoger o comprar un libro. Pero ese día, esa situación familiar que me hacía huir desesperadamente de mi país me agarró con las defensas bajas, o tal vez la librera era una de esas diosas griegas que se presentan en formas diferentes para persuadirnos, no lo se.. Lo cierto es que dejé 'El Código da Vinci" de lado, acepté la recomendación y tan pronto llegué a Holanda empecé a devorar esa novela con una fuerza que no conocía desde que había leído hace muchos años 'Cien Años de Soledad'. Pero en este libro había algo más que esa contagiosa vitalidad sudamericana, Bolaño ofrecía una estructura formal que se adecuaba como un calco a todo lo que en ese momento quería expresar. Me resultaba imposible inventar una historia cuando la realidad de cada día me pesaba tanto. Bolaño me mostraba que escribir un diario no tiene ningún complejo ni es una especie de género menor de la literatura. Entonces comencé mi diario al que -como Los Detectives- le fui agregando personajes que ofrecían sus testimonios relacionados de diferente manera con el personaje central que contaba sus vivencias diarias. Los personajes intercalados decían cosas que a mi me resultaban fuera de tono, o daban lugar para inventar un poco de fantasía ante el ancla del dolorido diario. Y a medida que avanzaba el diario, con su propio argumento y ciclo, me di cuenta que los personajes no solo decían cosas que no cuajaban en el diario; los personajes hablaban con otro sentido del tiempo, sus testimonios eran evocaciones de la memoria de aquello que había sido y que evidentemente ya no era el mundo del escritor del diario. Y mientras el diario se volvía intimista, crudo, casi místico en una búsqueda inabarcable los personajes se hacían cada vez más livianos y fabuladores. Creo que esa es la dinámica que busqué imprimir a partir del consejo de la librera de Santiago.

Pero si la forma es importante demás está decir que el contenido tiene la misma gravitación. Si no tienes nada que decir, poco importa la forma que le des, tarde o temprano caerán los artilugios y la naturaleza intrínseca se desnudará como un fallo inapelable. Tengo confianza de que surja algo de la lectura del texto. Puede que guste o no, puede que algunos lo hallen vulgar o mal escrito pero pienso que sería difícil negar que procura aproximar los tópicos fundamentales de la existencia. En primer lugar la vida misma, puesto que no es otra cosa que la lucha por la vida lo que el personaje central desarrolla desde su arribo a los Estados Unidos. Luchar por la vida quiere decir tener muy presente la muerte; esa otra cara de la vida que nos cuesta tanto asumir.

Dicen los budistas que hablar de la muerte en occidente es un tabú, se trata de abordar con delicadeza y artificio una cuestión que parece reservada a la tierra de las tinieblas y los susurros. En este libro intento contar mis primeras reflexiones ante la posibilidad de que el mañana ya no me cuente como uno de sus vivos. Es un tema que inevitablemente se conecta con nuestras creencias o valores espirituales y por tanto deriva en territorios a los que no llega la razón. Hay que andar como un ciego y no queda otra que agarrarse de la fe. ¿Pero cuál es esa fe que nos mantiene despiertos? ¿Cuál es ese impulso que nos hace cada día levantarnos de la cama?...

Y seguir para adelante, a pesar de tanto sufrimiento, decepciones, dolores, esperanzas que cada vez se presentan más lejanas y difusas.

Pienso que el escritor o el personaje que está detrás del escritor 'Cordoma' ensaya algunas respuestas, sugiere otras y la mayoría simplemente las deja prendidas en el aire como una fotografía en un palillo.

No se exactamente porqué interpretación o asociaciones, pero ante estas preguntas de tipo metafísico me viene a la cabeza los primeros versos del mulo de Lezama, el primero siempre de memoria:

"Con que seguro paso el mulo en el abismo."

Leo el fragmento que continua con esa idea del mulo en el abismo, ese ser que camina con seguro paso sobre un desfiladero que apenas intuye y que se parece tanto a nuestro destino:

"Con que seguro paso el mulo en el abismo.

Lento es el mulo. Su misión no siente.

Su destino frente a la piedra, piedra que sangra

creando la abierta risa en las granadas.

Su piel rajada, pequeñísimo triunfo ya en lo oscuro,

pequeñísimo fango de alas ciegas.

La ceguera, el vidrio y el agua de tus ojos

tienen la fuerza de un tendón oculto,

y así los inmutables ojos recorriendo

lo oscuro progresivo y fugitivo.

En esta oscuridad fugitiva estaba hablando del tabú de la muerte, sacando fuerza como ese mulo de un tendón oculto para continuar en el sendero.

Dicen los entendidos que la palabra taboo tiene su raíz en alguna tribu de la Polinesia. Siempre me fascinó imaginar la sociedad primitiva (el estado de Naturaleza según Rousseau) y sus reacciones espontáneas ante los fenómenos que depara la existencia. Así para justificar la propiedad los ilustrados decían: 'El primero que osó decir esto es mío fue el que inventó la propiedad privada.". Es un buen ejercicio buscar explicaciones en esos estados, imagino la tribu frente al fuego en el momento en que descubre hay un enfermo o un ladrón entre sus semejantes. Y mientras danzan, beben alguna droga para darse valor alguien da un paso al frente para presentarse voluntariamente como médico o sanador. Es el policía natural, el que está adentro de todos nosotros y en un momento se brinda con el objetivo de ser instrumento de curación o de justicia.

Pero quiero volver a los tabúes y no irme por las ramas, o por las tribus hechizado por sus fiestas a la luz de la luna.

Tengo que volver a la muerte y a las diferentes maneras de llegar a ella como manifestaciones de la misma limitación. Desde tiempos remotos se distinguen las muertes que se producen por efecto de largas y dolorosas enfermedades degenerativas. Entre estas últimas el cáncer es sin duda la enfermedad que asociamos por excelencia, su mismo nombre expande horror, las necrológicas nunca refieren a los muertos de cáncer sino a aquellos que fallecen "luego de una larga enfermedad". Como dice Susan Sontag la manera en que abordamos el cáncer es una pauta de lo difícil que a nosotros modernos se nos ha vuelto convivir con la muerte, o con ese lado oscuro de la vida que es estar enfermo. Encaramos la enfermedad como metáfora más que como simple causa física. Aún hoy día en muchos países los médicos prefieren comunicar el diagnóstico a su familia antes que al paciente. El ensayo 'La enfermedad y sus metáforas' de Sontag ha sido un compañero de gran valor para continuar en el camino y desmitificar tantas de las simplistas y superficiales explicaciones de la mitologías popular. Pero lo que es más importante, ha sido un apoyo psicológico incondicional a la hora de buscar soluciones antes que encontrar culpables.

La enfermedad y la literatura siempre tuvieron una conexión importante. Dice Cainetti que Kafka comprendió nunca se separaría de la literatura el día que escupió sangre. Para mí esa conexión de Kafka con su tuberculosis fue lo último que descubrí en su obra. La obra de un escritor que admiro profundamente y con el que me sentí identificado hasta los huesos cuando estudiaba Derecho. Como una luz en el laberinto encontré sentidos que la legislación se negaba a darme. José K nunca pudo saber la verdadera causa por la que fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo. En el sinsentido de K, en ese absurdo proceso comprendí un poco más el sendero de piedra que según el maestro podría sintetizarse en su conocida frase: Las cadenas de la humanidad atormentada están hechas de papel oficial" . Y de las cadenas de papel oficial vuelve los temas que no esperaba, esos imprevistos que te visitan sin pedir permiso, y no queda otra que vivir, o seguir escribiendo que a los efectos es casi lo mismo.

III

Parece que estuviera hablando de un testamento, o de memorias, y en cierta medida es un poco de las dos. Pero también el libro busca hablar de otras cosas que hacen a veces tan placentera y hasta deliciosa esta experiencia de la vida. Sería difícil en ese momento final, en ese juicio o memoria que todos tendremos antes de que los sentidos desfallezcan no pensar en alguna de esas experiencias con una sonrisa. En mi caso se presentan espontáneamente mis hijas, mi ser padre, hombre, marido, hermano, hijo. Se presentan una y mil imágenes del mar, la luna, las estrellas. Son muchas las cosas bonitas que nos rodean y trato de evocar en este libro. Adquieren un sentido único cuando se tiene consciencia de que nada es permanente. Esos momentos son la iluminación espiritual y sensitiva que nos mantiene despiertos, tal vez la fe que nos empuja hacia delante, una y otra vez hacia delante.

IV

Antes de terminar quiero mencionar que este libro está dedicado, como decía Borges una dedicatoria es un acto mágico, "el modo más grato y más sensible de pronunciar un nombre." Siguiendo al maestro los pronuncio con los mismo cuidados: Merel, Luna, Isis.

Y por último, esto no lo decía Borges, pero igual vale, quiero agradecer a mi familia, en especial a mi padre que me ha ayudado tanto en este proceso de edición, a la Dironección de Cultura que gentilmente nos cedió el Teatro esta noche, a Luis Pereira , Ximena González, Daniel Carbajal.

Muchas gracias a todos y espero tomen una copa a la salud de quien deseen, compren el libro y pronto nos volvamos a ver.

Casa de la Cultura, Maldonado, UY - 2006