CUENTOS

MARIPOSAS

Hoy estuve con mis niñas en el Pabellón de las mariposas. Es una nueva sección que han inaugurado en el zoológico de Amsterdam y que nunca había esperado disfrutar tanto.

Es la primera vez que atravieso la perspectiva del espectador, esa interacción que tantos grupos de teatro procuran de manera tan burda. Acá se participa directamente. El Pabellón de las mariposas consiste en la representación de una especie de selva en la que uno camina rodeado de mariposas. Un galpón vegetal lleno de insectos. Por órdenes de la administración no se puede tocarlas ni cazarlas, pero ellas vuelan desordenadas entre los helechos o los bananeros. Camino por senderos de piedra, la vegetación es frondosa y se escucha el ruido de una cascada. El ambiente es húmedo, mis niñas sudan y mientras corren las mariposas revolotean en el aire. Sara ha tenido suerte y una se le posa en el hombro. Abre y cierras las alas mostrando una mancha roja. Admira inmóvil el abanico de la barboleta. No tiene prisa, mueve las alas sin miedo sobre la prenda de algodón. Iris quiere lo mismo pero no tiene la paciencia o la suerte necesarias. Dicen que las atraen los colores, el destino o el azar las hará pararse en cualquier planta o flor. Me detengo a contemplar tranquilo un ejemplar azul oscuro que liba los pedazos de naranja o ananá dispuestos como alimento a lo largo del salón en pequeñas mesitas. Para ellas este galpón debe de ser como una sala de fiestas. ¿Tendrán idea de la fugacidad de sus vidas? Creo que no pierden oportunidad de celebrarla. Y cómo les gusta el dulce, todo parece medio azucarado en estos corredores de jungla. Palmeras, alegrías, plantas tropicales, flores blancas como carnosas. En cada rincón cuelgan o vuelan las mariposas. Como cerrando las pestañas miro otra vez la fascinación de mis hijas. Están contentas, hay algo de estos antiguos gusanos que las atrapa, un misterio más.

Un cuidador me cuenta que importan los capullos de diversas partes del mundo; Malasia, Sudáfrica, Sudamérica. Los traen en avión y permanecen en una vitrina esperando el momento de la explosión a la vida como mariposas. Algunas pueden vivir varios meses mientras que otras apenas un día. Por el momento nadie les pide Visa ni tienen idea de lo que es la Comunidad Europea, sigue siendo normal que las mariposas vuelen libremente... tan lindas y con tantos derechos.

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La etimología de la palabra mariposa es incierta. La Real Academia Española sigue la opinión de Coromines para quien mariposa vendría de María y posa del verbo posar.

Hay quienes buscan el origen en el latín de mar, mare , y pause, que significa pausa, reposo. Pero esta teoría no convence demasiado desde que los latinos conocían claramente lo que era una mariposa y las denominaban papilions.

García de Diego y Covarrubias en su famoso "Tesoro de la lengua castellana" dicen que mariposa es hija de maliposa que en latín se compone de las palabras male pausat y tendría relación con el vuelo frágil del insecto que la hace siempre vulnerable.

Tan sólo el rastreo castellano ofrece las más diversas teorías, desde mezclas con otros idiomas romances, mariposa, papallona, paloma, hasta síntesis o híbridos con idiomas geográficamente próximos pero de otra raíz como el vasco, maripampalona, panpoxa.

La búsqueda en otras lenguas es una tarea digna de mariposas.