NOTAS

"Cordoma", la dramática historia de Martín Macedo
El arte de vivir con fe

"Cordoma" es un tipo de cáncer muy raro, un tumor que nace generalmente en uno de los dos extremos de la columna y no tiene cura. Cordoma , también, es el nombre de la primera novela del uruguayo Martín Macedo (35) quien padece de este mal. En este libro, cuenta de manera muy clara y directa su experiencia personal con la enfermedad. La muerte ha dejado un aviso, dice que viene pronto, mientras tanto hay que prepararse.

Macedo está casado con Merel, una joven holandesa con quien tiene dos hijas pequeñas: Luna e Isis. Antes de la enfermedad, Macedo era un aventurero-surfista-poeta y abogado justiciero. De hecho, en 2003, cobró notoriedad como abogado al defender a un hombre que fue golpeado salvajemente por efectivos policiales en el departamento de Maldonado. Seis agentes fueron procesados con prisión. Por entonces, la vida para Macedo era todo promesas: una carrera brillante, una esposa, una hija en camino, y todas las olas del mundo para surfear. Pero el cáncer lo cambió todo. Ante la nueva circunstancia de la vida, Macedo necesitó escribir algo que lo conectara con los demás, algo que lo sacara del dolor, algo que lo curara, al menos anímicamente. Este "algo" es Cordoma , la novela, escrita en forma de diario.

En Cordoma , el escritor detalla paso a paso las instancias de su tratamiento contra el cáncer, comparte sus penas y esperanzas, medita sobre la vida, el amor y el surf. En un momento estará junto al lector sintiendo la fuerza de la naturaleza al surfear una ola perfecta en las costas de Indonesia, en otro estará en un tomógrafo dejándose bombardear por millones de rayos.

".Si pienso demasiado me enloquezco, por eso escribo, por eso cuento. El cordoma -y los dolores desde los que escribo- están a la deriva. A veces tengo la esperanza de sobrevivir. Pero sólo a veces. Veo la esperanza como al horizonte en mar abierto, esa sensación de plenitud y espacio.", expone cándidamente Macedo a las pocas páginas de comenzado el libro.

El surfista y el escritor conviven en Macedo: en su novela se alternan las descripciones de amaneceres del este uruguayo, en Bali, o en Hawai, con reflexiones sobre el cáncer, la curación, el amor y el dolor, la libertad y la prepotencia del destino. El surf fue una forma de vida para el autor, una poderosa vía de autoconocimiento, ". lleva a una especie de estado zen en que sólo existe agua. El mundo se reduce a la contemplación de los vientos, las mareas, los bancos de arena de las desembocaduras. No hay nada más adentro de la cabeza. Todo esto que digo representa un estado ideal de surfista que ya no vivo. A partir de todo esto que me pasó, mi ser surfista se transformó en tener una tabla".

Macedo padece un cordoma sacro-coccígeo, esto es, en la base de la columna. Fue operado en dos oportunidades. En Agosto de 2002 se le extrajo un tumor del tamaño de una naranja y un año después se produjo lo que los médicos llaman recidiva, o sea, la vuelta del tumor en diferentes partes del área. Operado nuevamente en noviembre de 2003, a los seis meses se volvieron a encontrar tumores, esta vez extendidos y diseminados de tal forma que hacen imposible volver a operar sin graves consecuencias. La primera operación fue la más grande pero la segunda la más mutiladora ya que se le extirpa la totalidad del glúteo mayor izquierdo. Ello acarrea que no pueda estar sentado por mucho tiempo ni correr o hacer deportes bruscos. Estos cataclismos coinciden con el nacimiento de sus dos hijas, Luna e Isis. La primera nació cuatro meses antes de su primera operación y la segunda pocas semanas antes de la segunda.

En los últimos 12 meses Macedo realizó un periplo por varias ciudades del mundo en busca de, al menos, una palabra de esperanza: Miami, Ámsterdam y finalmente Lovaina, Bélgica. Para los especialistas su situación no tiene más tratamiento para la medicina. Al menos el horizonte de la curación desaparece y se presenta sólo el de los paliativos. En la actualidad forma parte de un original proyecto llevado adelante por el Hospital Universitario de Lovaina que investiga probables curas para el cordoma. La idea es experimentar con la droga Glivec. "No es que me sienta feliz, ni curado ni nada que se le parezca. Soy consciente de que todo es muy frágil", explica.

Cordoma es una novela impertinentemente original que tiene la frescura juvenil de las obras primerizas. Deja huella. Hace pensar. No causa culpa en quien esté sano. Desde las primeras páginas el lector está expuesto a un diluvio de emociones. Sabe que lo que está leyendo no es ficción, que es la historia de un padre de familia que está muriendo en lo mejor de su vida. No hay dramatismo, no hay sensiblerías. Está la muerte. Es la de Macedo pero es también la muerte del lector. Macedo sabe esto y no se aprovecha: no hay un solo golpe bajo en todo el libro. Cuando la tensión se acumula demasiado, aparece un extraño y escurridizo sentido del humor que salva del desespero. Ésta es una historia que a pesar de que a veces pueda resultar chocante, es tan conmovedora que transforma a quien la lea en un inmediato cómplice del protagonista. Más allá de lo literario, esta novela es también una poderosa ayuda moral para los enfermos graves de cáncer.

Eduardo Paz

"Publicado en el semanario Búqueda de Montevideo el Jueves 20 de julio de 2006"